en el lado opuesto de tu saliva,
el sexo en un suelo mojado
donde no hay salida,
donde no estás.
Mi memoria tiende a caerse,
como hojas que no pesan
que se secan en un otoño cualquiera,
como este.
El viento no sopla a favor
pero tampoco lo hace en contra,
ha dejado de soplar sin mas,
escondiendo su silbido melódico
en un lugar que no reconozco
que intuyo lejos de éste,
el mismo que ya no siento mío,
(creo que ya no es de nadie).
Mis alas sangran
como animales salvajes
que pelean en la noche
y amanecen en un lugar extraño
heridos y muertos de frío.
Mis alas, maltratadas
me preguntan:
Dónde iremos a parar
ahora que nadie nos espera.
Quién será capaz
de levantarnos del fondo,
de devolvernos las balas,
el vértigo y las ganas de echar a volar.
Quién vendrá esta vez
con la valía de convencernos
de que podemos hacerlo
una y otra vez
quizá mas...
Quién nos dirá que si,
abriendo los brazos como un niño
que vuelve a casa después del colegio,
hambriento de besos y de libertad.
Quién va a salvarnos ahora,
que sentimos que lo que hacemos
no nos basta.
Y yo, cansada del tedio
de la incertidumbre y de la tristeza
me pregunto:
Dónde están mis alas,
ahora que mis propios pasos
me han quebrado los pies
y me han cerrado la boca.
Tengo la piel rota,
ResponderEliminarde tanto soñar
que nos tocamos.
Tengo la piel rota
ResponderEliminarpero intacta,
como el rojo hilo que nos une
en la distancia.