"... Porque a pesar de todo nos hicimos amigos
y me mantengo firme gracias a ti, poesía,
pequeño pueblo en armas contra la soledad".

(Javier Egea)

viernes, 17 de enero de 2014

Perdón por la tristeza


¿Cómo te digo todas las cosas que no se pueden decir?
No existen tales palabras, no pienso reincidir.
Explícame por qué nunca aprendí  las normas
Por qué ando detrás de todo lo que se me ha prohibido,
por qué ya no me importa lo que la gente piensa
por qué tengo las manos tan llenas de hastío…
Por qué este vacío cada vez que abro una puerta
por qué últimamente me llevo tan mal con la tristeza…
Por qué ya no me paro, por qué ya no te escucho,
por qué no soy capaz de contarte lo que me pasa.
Por qué intento avanzar con la piedra de Sísifo a cuestas,
por qué no hay pasado que me devuelva lo que he perdido. 
Por qué no aprendo nunca a retirarme a tiempo
Por qué siempre cometo los mismos errores repetidos,
Por qué sigo buscando una estrella polar en estrellas fugaces,
por qué me empeño seguir echándole un pulso al tiempo.
Por qué intento convencerme de que no era cierto
por qué me pasan tantas cosas que no entiendo.
Por qué me paro cuando quiero despegar del suelo,
por qué sigo mirando hacia otro lado si te veo…
Por qué a veces me gustaría ver cómo esta ciudad arde,
por qué me siento sola rodeada de tanta gente…
Por qué el miedo es más fuerte que las verdades
por qué no existen unos labios capaces de salvarme.
Por qué no se aceptar que las personas van y vienen,
por qué, cada vez que digo adiós, algo se me rompe.

Por qué nos empeñamos en vivir perdiendo el norte
por qué volvemos a esa mala costumbre del reproche,
por qué no olvido las palabras que ni siquiera pronunciaste:
Por qué tan pronto, es siempre, demasiado tarde