No
seré yo
quien
te pise los pies cuando bailes,
quien
te haga cosquillas en el suelo,
quien
te diga “vístete” cuando llegues tarde.
No
seré yo quien guarde tu lado de la cama
cuando
llegues cansado del trabajo,
quien
juegue a dibujar constelaciones,
uniendo cada lunar de tu espalda
en
las siestas de verano.
No seré yo quien se ría contigo
con
las ansias de un niño
como
cuando tú te reías conmigo.
No
seré yo quien meta tu cabeza en su jersey
cuando
no entiendas nada,
cuando
sientas que el mundo se derrumba
y te
mueras por volver. Y te mueras…
por
volver a casa.
No
seré yo tu olor a primavera,
tu “te
quiero de papel”
tu “”te
echaré de menos”
en
mitad del aeropuerto…
No.
No
seré yo
tus
ganas constantes de volver.
tú
mes de abril,
tu
quince de mayo.
tu
plaza gigante repleta de gente.
Nadie
va a abrazarte
como
yo te abrazaba:
quedándose
en tus brazos después,
como
si fuera para siempre…
Diciéndote
“apriétame más”,
“apriétame…”
Nadie
va a recordar tu voz así:
Habitándote.
Nadie
va a mirarte con mis ojos:
Cegándose.
Nadie
va a hablarte de William Wallace,
de la
revolución que nadie hizo,
de
los hombres que aún buscan a la Maga
en
los cafés del puerto;
nadie
va a hablarte de los amarillos*
de
los ojos de agua, de los poemas
que se
escribieron en una estación de tren,
de aquel
cantautor medio loco
que
llora en mitad de sus conciertos
con
la guitarra sangrándole en las manos
y el
firmamento entero temblándole
en
los ojos.
Nadie
va a decirte todas las cosas
que yo
nunca te dije.
Todas
las cosas que ya nunca te diré.
Aunque
no lo sepas,
Aunque
te de igual.
Como por ejemplo
que te odio.
Que te
odio tanto
que a
veces pienso
que todavía te quiero.
* Los amarillos: habitantes de "El mundo amarillo" de Albert Espinosa; libro que me convenció de que creer es crear, al fin y al cabo tan solo están a una letra de distancia.
* Los amarillos: habitantes de "El mundo amarillo" de Albert Espinosa; libro que me convenció de que creer es crear, al fin y al cabo tan solo están a una letra de distancia.