"Usted no necesita el permiso de nadie para ser exactamente quien quiere ser"
(Hayley)
Debes estar preparado para arder en tu propio fuego ¿cómo podrías renacer sin haberte convertido en cenizas?
-Así habló Zaratrusta-
Debes estar preparado para arder en tu propio fuego ¿cómo podrías renacer sin haberte convertido en cenizas?
-Así habló Zaratrusta-
A veces me paro a pensar en tu forma de vivir, de entender la vida, (de sufrirla,) de bebértela, de saborearla; en tu forma de aprender, de enseñar, en tu forma de hablarme, de salvarme. Me has salvado tantas veces que pienso, que si no existieras, yo no hubiera encontrado razones suficientes para seguir en pie, no hubiera sido capaz de levantarme. Tengo en la memoria las palabras que me disparabas sin ninguna piedad, tu esfuerzo inagotable por abrirme los ojos y sacarme de mi pozo absurdo, (no había ni rastro de luz, ¿recuerdas?) del tiempo que me dedicaste a pesar de estar tan lejos, limpiándome las lágrimas, arañándome por dentro, haciéndome más daño para dejarme vacía de incertidumbre, intentando encender la luz cuando mis ojos solo veían cenizas, fantasmas en la almohada.
Llevabas razón (amiga), todo se ha cumplido,
acertaste en lo bueno y en lo malo. Cómo decirte (a ti que me entiendes) que
ahora, me toca cantar sola, (que estoy
muerta de miedo) que nunca he estado aquí, que he tenido que irme para reencontrarme
conmigo misma, que me había perdido desde hacía tanto tiempo…, que no había ni
rastro de mi en aquel parque, donde me dijo “te quiero” por última vez, que no
era yo la que después lloraba. Que yo ya no era, no estaba, que llevaba
demasiado tiempo fuera de mí, intentando llenar los huecos vacíos desde fuera,
sin pararme a mirar ni medio segundo dentro. Cedí mi tiempo hasta tal punto, de
llegar a reconocerme en sus labios, en sus maneras, en su mundo, en su miseria…
Me fui tan lejos (de mí) que dejé que entrara en mi sangre e invadiera todo lo
que de mí se encontraba vacío, (a sabiendas que iba a equivocarme) y me hice yo
igual de miserable; y me sentí acabar. Sentí el peligro tan cerca de mi pecho
que el miedo se volvió algo físico. No sé si alguna vez has sentido algo igual,
si te has visto tan abajo, tan incapaz de luchar, (por falta de fuerza, no de
voluntad), tan incapaz de conseguir el equilibrio, de volver a estar en pie; si alguna vez has
sentido un dolor tan fuerte, tan intenso, tan inhumano, que has llegado a
pensar que preferirías estar muerta a seguir sintiéndolo. No se…; lo que si se
es que yo he tenido que sentir todo eso; he tenido que bajar al subsuelo, he
tenido que perderme a mí misma, (y lo que es peor, intentar buscarme en la
insensatez ajena), he tenido que verme en tierras extrañas, he tenido que
soportar el dolor cada día (y cada noche, que es mucho más insoportable); he
tenido que enfrentarme a mis demonios sabiendo que eran mucho más fuertes que
yo, he tenido que cambiar mi presente después de darme cuenta, que no era capaz
de soportarlo, he tenido que cambiar el rumbo sin poder evitar daños
colaterales (y sin dejar de sentirme- injustamente- culpable). He tenido que
bajarme del autobús que llevaba años paseándome por esta ciudad, sin llevarme a
ninguna parte, despojarme de mis creencias, de mis certezas, para darme cuenta,
de lo equivocada que estaba. He tenido que quedarme vacía, (he ansiado quedarme
vacía) para volver a buscarme a mí misma, para empezar a llenarme de todo
aquello que de verdad me forma; para empezar a buscar el “Yo” que Siddhartha también buscaba.
He
tenido que sufrir la ignorancia, para darme cuenta de que (aunque sea mucho más
fácil) no quiero vivir en ella. He decidido que quiero la paz por encima de
todo, y que no dejaré que nada me enturbie el camino.
Sólo sé que ahora comienza lo que sin saberlo, tanto tiempo he estado esperando. Sé que ha
llegado el momento.
Que estoy despertando.
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